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DEDOS

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Tengo un verso  bailando  entre mis dedos. Notas trabadas  de una melodía. Cuando duermo,  me domina y se apropia de mis sueños En el alba..., soy canción y soy poesía. Soy el calor y la luz  de un sol naciente que brinda su esplendor  en cada nuevo día.  

RENACER

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Refugiada en el vientre de las sombras  Disfruté del reposo al estar sola Despojada de mis luchas y mis guerras...  ¡¡¡Me rendí al deseo de la tierra!!!  Y fui semilla enterrada en sus adentros mudando la piel seca y arcaica  empujando hacia el sol,  buscando vida en total solitud y aislamiento... Y el sentir de mi alma escribí en versos al conciliar mi camino  con los designios de la tierra.  

IDEALES

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Hubo una estrella  que quiso ser hoja. Quiso bajar  y apreciar la vida. Quiso desde lo alto  de un árbol dar sombra  y morir en el otoño algún día. Se preguntaba  si renacería con el mismo ideal en primavera. Si sería luz o si sería vera o tan solo un recuerdo  una pasión, una bandera.

HUELLAS

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Extraño al caminar el misterio fascinante de la luz. En la densa oscuridad mis pasos claudican sin compás. Mi caída es símbolo frugal  Llevando el peso de mi historia y al penar,  da voces de alerta  y concierta en mis andanzas  un raudal. Con el viento las hojas se arremolinan y con la lluvia, avanza el río al mar. Y mis pies se resbalan por las colinas llegando indefectibles al pedregal... Dejando claras huellas,  huellas de sangre sobre las piedras  con las que no he de volver, a tropezar. 

Color Morriña

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COLOR MORRIÑA (antipoesía) Escucho la voz que me habla en el camino. Un camino que me acerca día a día  al inevitable destino.  El camino de adiós, el camino de olvido. Pero antes de irme, me explico...  Pues agradezco  a todos los inviernos fríos y las luchas que le dieron,  a mi espíritu, alberdrío...  Cerré ciclos, abrí puertas e intenté siempre algo nuevo. Y no me aferré, por temor;  a lo que por rutina, era viejo. Por experiencia lo digo  y no es porque yo reniego;  que a mí, mis padres me hicieron  en una noche de invierno... Con un corazón de hielo  y de manos congeladas,  guapié por toda la vera  cuando emprendí mi jornada. Hablé y detuve al viento. Al trueno empujé muy lejos.  Las tormentas no me hundieron  en profundo derrotero.... Las rodillas me sangraron  mis manos miré vacías mas cuando abrí mis ojos miré una cara sombría.   Entre lo burdo de mi experiencia  y la escasez de crecimiento  que mi experiencia aporta  al color morriña  con tonos de mediocridad que me atormenta

TIERRA AJENA

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Poseo un cuaderno  donde escribo mis sentires. Un lapicero de colores para cambiar humores. Una regla, un compás  unas tijeras,  óleos y pinceles muy usados... Y colgando en la  ventana,  mirando hacia el otro lado un pájarito enjaulado. Un dispositivo   que pendiente de mi vida registra mi progreso  en papel cuadriculado.  Tengo un libro  que he leído siete veces y me ha enseñado a descifrar el misterio de los meses... Setecientos noventa y dos  y continuan pasando demostrando que el final  viene ligado con mi aliento. Y mientras más respiro,  indiscutiblemente  más se acerca... Aproximándose victorioso  en las manijas del tiempo. Al pasar de los años he aprendido,  que algunas primaveras se deshacen en segundos. Que existe un invierno  en el que no te calienta un abrigo. Que el verano sin lluvia  se hace eterno y el otoño deshoja tu piel,  sobre el camino...  Que los sueños en la vida son un coma profundo y cuando al fin abres tus ojos te queda muy poco de vida  en este mundo... ¡Que

RÍO SEDIENTO

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Llegaste a mi vida arrasando las defensas de mi fortín cerrado. Y extravié mis valores desvirtuando el sendero  en el que caminaron mis primeros muertos. Cerrojos y paredes cayeron derrumbados con tan solo la ojeada de tu clara mirada y esa forma viril de tus movimientos  que me incitó a ser mar  a tu río sediento.